En memoria de Armando Uribe en el 54 aniversario de la Izquierda Cristiana de Chile – Al servicio de la verdad
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En memoria de Armando Uribe en el 54 aniversario de la Izquierda Cristiana de Chile – Al servicio de la verdad


En memoria de Armando Uribe en el 54 aniversario de la Izquierda Cristiana de Chile – Al servicio de la verdad

Porque en ese espacio lo conocí y hoy vive en la persona bella que encuentra inspiración en su palabra

En el momento del Golpe de Estado, Armando Uribe Arce era el Embajador de Chile en la República Popular China. Era un diplomático de carrera, pero también tenía un compromiso político: integraba las filas de la Izquierda Cristiana, una colectividad de la Unidad Popular y que cumplía apenas dos años de existencia poco más de un mes después del derrocamiento del gobierno constitucional.

Hoy es reconocido como poeta y ensayista, parte de la denominada Generación Literaria de 1950, y por haber obtenido el Premio Nacional de Literatura en 2004. Pero también fue un cristiano de izquierda, con una inequívoca opción por el socialismo, la que hoy recordamos cuando se cumplen 54 años desde la fundación oficial del partido Izquierda Cristiana, cuando el domingo 24 de octubre de 1971 concluyó su Asamblea Constituyente. Un hito en que el nombre de Uribe estuvo presente con su adhesión.

PRIMERA EXPRESION DE REPUDIO

Estaba en Roma el 11 de septiembre de 1973 y una vez enterado de los acontecimientos, tomó inmediata comunicación con personalidades de la izquierda chilena que estuvieran en Italia o el Viejo Continente. Emitieron entonces uno de los primeros pronunciamientos públicos en contra de la emergente dictadura. Uno de sus redactores fue el propio Uribe, quien firmó en representación de la Izquierda Cristiana.

Comenzaba: “Hoy, 18 de septiembre de 1973, Día Nacional de Chile, fecha conmemorativa de su independencia, nos hemos reunido en Roma dirigentes políticos de la Unidad Popular. El golpe militar fascista del martes 11 nos encontró fuera del país. En cualquiera parte que nos encontremos debemos asumir nuestro deber”.

Señalaba: “Un escalofrío de horror y de condenación estremece en este momento al mundo, indignado por las masacres en que han sucumbido ya millares de ciudadanos”. Sostenía: “Los sediciosos se levantaron en armas recurriendo brutalmente a los bombardeos aéreos y de artillería contra un gobierno constitucional, democrático, pluralista, multipartidista; formado por una vasta coalición  de diversas fuerzas, por marxistas, cristianos, racionalistas, independientes”.

Más adelante, indicaba que sus “feroces enemigos” odiaban a Allende, “porque, al frente del movimiento popular se acordó de los eternamente olvidados, de los humillados y de los ofendidos, del pobre, de la madre y el niño. Y no le perdonaron jamás que entregara cada día medio litro de leche a los niños de Chile”.

Concluían: “Desde Roma, queremos pedir a los hombres y mujeres de buena voluntad, animados por sentimientos de respeto a la persona humana, que hagan cuanto éste a su alcance, con la máxima urgencia, para detener la mano homicida y terminar con el baño de sangre en Chile.  Que se abran las cárceles, repletas de presos políticos, y que se cierren los campos de concentración”.

Junto a Uribe, en representación de la Izquierda Cristiana, suscribían, entre otros, Volodia Teitelboim, de la Comisión Política del Partido Comunista; Julio Benítez, de la Comisión Política del Partido Socialista; Oscar Jiménez del Partido Radical y Sergio Sánchez, del MAPU. También suscribía Gustavo Becerra–Schmidt, Premio Nacional de Arte en 1971.

El documento fue reproducido por la prensa internacional y por el “Libro Negro de Chile”, que fue publicado en Berlín en 1974.

LA REPUBLICA POPULAR CHINA

Uno de los hitos en materia de relaciones internacionales del Gobierno de Salvador Allende fue su decisión de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China el 15 de diciembre de 1970. En ese momento, la hoy potencia mundial estaba marginada de las Naciones Unidas, porque después de la victoria del Partido Comunista Chino en 1949 y el establecimiento de la República Popular China, el asiento de China en la ONU siguió siendo ocupado por la República de China, que se había retirado a Taiwán. Ello, por el cerrado apoyo de Estados Unidos y sus aliados durante la “Guerra Fría”.

La decisión de Allende era, pues, una muestra de independencia e implicó que designara casi de inmediato a Armando Uribe como Embajador de Chile. Era catedrático de Derecho Minero y había desempeñado funciones diplomáticas a partir de 1968, cuando representó al país ante la ONU en materias del desarme. Al mismo, tiempo fue designado Ministro Consejero en Estados Unidos. Según explicó el mismo Uribe en sus “Memorias para Cecilia” 2002), se prefirió un diplomático de carrera pues una parte de la izquierda chilena en esos días, mantenía vínculos con la Unión Soviética, la que aún mantenía un conflicto con China.

Llegó a China a inicios de 1971 y presentó sus cartas credenciales el 31 de julio de ese año, ante el Vicepresidente chino Dong Biwu.

El día 27 de ese mismo mes de julio, abandonaba el Partido Demócrata Cristiana (PDC) el sector de izquierda de la colectividad, denominado “tercerista” y que ejerció la hegemonía de la campaña presidencial de Radomiro Tomic, con su propuesta de una “revolución democrática y popular”. El detonante de la ruptura fue el rechazo de su Consejo Nacional a aprobar un voto político que prohibía al PDC emprender acciones comunes con la derecha.

La propuesta fue presentada por uno de los ideólogos del “socialismo comunitario”, Bosco Parra, quien en los meses siguientes lideró la construcción de una nueva fuerza política, empujada por la adhesión de centenares de personas que se sumaron a las renuncias al PDC y la incorporación de connotadas figuras del MAPU. Ese proceso culminó entre el 21 y el 24 de octubre con su Asamblea Constituyente. “¡Por el socialismo surge la Izquierda Cristiana!”, proclamó Bosco Parra en la ocasión.

Armando Uribe siguió atentamente ese proceso y resolvió adherir a la Izquierda Cristiana.

Al decidir integrarse a la Unidad Popular, la Izquierda Cristiana, argumentando su rechazo a cuoteo político, decidió no asumir cargos en el Gobierno. No obstante, se respaldó a Jacques Chonchol, uno de los artífices de la Reforma Agraria, para que continuara en sus funciones como Ministro de Agricultura, responsabilidad que desempeñaba desde los comienzos del período de Allende. También por haber sido designado antes de la conformación del nuevo partido, se respaldó a Armando Uribe para que continuara como Embajador en China.

QUIEBRE CON CHINA

En China, desde el primer momento el diplomático chileno mantuvo reuniones con altas autoridades, destacando sus encuentros con Chou En Lai, el Primer Ministro hasta 1976. “En sus discursos, como en la conversación, demostraba una inteligencia extrema y una rapidez mental que he conocido en muy pocas personas”, escribiría Uribe años más tarde.

En las buenas relaciones fue clave el apoyo chileno para que China ingresara a las Naciones Unidas el 25 de octubre de 1971, a través de la Resolución 2758 de la Asamblea General.

A pesar de la cordial relación, Uribe percibía que China no veía con buenos ojos al Gobierno de la Unidad Popular. “Fui advirtiendo, no de una manera explícita, que desde el punto de vista ideológico para el Gobierno del Partido Comunista chino resultaba insoportable (…) la teoría del Presidente Allende de la transición pacífica hacia el socialismo”, comentó en sus “Memorias para Cecilia”. Una de las causas de la ruptura de China con la Unión Soviética, en efecto, había sido su radical discrepancia con la viabilidad de una vía pacífica al socialismo.

Sin embargo, las relaciones económicas siguieron por un buen curso. En 1973, el Canciller Clodomiro Almeyda visitó la República Popular China y se reunió con el Ministro de Comercio Exterior, Pai Siang Kuo. Se anunció la profundización del intercambio comercial.

Luego del Golpe de Estado, Uribe regresó a China desde Roma, con la decisión de oponerse a la dictadura. Estaba horrorizado por el derrocamiento violento del Presidente Allende y la generalizada represión desencadenada por la dictadura. Pidió que la bandera chilena de la Embajada se pusiera a media asta. Asimismo, abrió un libro de condolencias por la muerte de Allende. Un mes después, cuando preparaba una ceremonia en honor al Mandatario, las autoridades locales le hicieron saber que no romperían relaciones diplomáticas y, por lo tanto, reconocerían a la Junta Militar, hecho que suspendió el acto fúnebre. Además, ello significaría que se nombraría a un nuevo embajador.

En sus últimos días en China, Armando Uribe organizó una conferencia de prensa en que responsabilizó al Gobierno de Estados Unidos de instigar el Golpe de Estado en Chile, lo que fue reproducido en los medios internacionales. Según el ex embajador, ello llevaría a que Henry Kissinger anulara su visita a tierras chinas, prevista para días posteriores.

Uribe estaba angustiado por las noticias que recibía sobre el destino de sus compañeros y amigos de la Izquierda Cristiana. Una de sus principales figuras, el diputado Luis Maira, apareció entre los 13 más buscados por la Junta Militar, en una oprobiosa portada del diario “El Mercurio”. Su representante en el Gabinete de Allende, el Ministro de Vivienda Pedro Felipe Ramírez había sido recluido en el campo de concentración de Isla Dawson. El militante Arturo Riveros Blanco, que había sido electo Gobernador de Constitución por la Asamblea del Poder Popular, había sido detenido y se encontraba desaparecido. Su partido había formado una “Dirección de Resistencia de la IC”, con la sigla DIRIC.

DESTERRADO EN PARIS

Luego que terminara abruptamente su papel de embajador, Uribe se trasladó con su familia a París, donde vivió gran parte de su exilio. Una de sus principales ocupaciones fue ampliar la denuncia de la influencia estadounidense en el Golpe de Estado, por lo que en 1974 publicó “El Libro Negro de la Intervención Norteamericana en Chile”, con Siglo XXI Editores de México y con Éditions du Seuil de Francia. El 2001 esta obra será republicada en Chile por Editorial Sudamericana.

Previo al inicio de su carrera diplomática, Uribe había desarrollado una prolífera producción escritural, que se inició con “Transeúnte Pálido”, publicado en 1954, hasta “No Hay Lugar” en enero de 1971, ambas obras de poesía. Ello se interrumpió con su destierro, viendo la luz solo el trabajo de investigación mencionado y por “Ces messieurs du Chili”, publicado en París por Éditions de la Différence en 1978, y que pudo ser conocida en Chile y en español el 2003 por LOM Ediciones.

Es una crítica mordaz a la clase dominante chilena, a través de rememoraciones infantiles y adolescentes, mostrando la forma en que se reproduce la lógica del poder, con mitos, ficción e hipocresía. “En sentido amplio era caballero todo el que tenía algo, empezando por la posesión de alguna identidad por mínima que fuera; en contraste especial con los que no tenían nada, ni siquiera identidad”, señala Uribe. Y proclamaba: “Más que resentido, estoy indignado con esta clase de Pilatos, la burguesía chilena, que hoy se enjuaga las manos en sangre y pretende tenerlas limpias: aquí no ha pasado nada”.

Su silencio celoso en cuanto a poesía fue interpretado como una forma de repudio a la dictadura.

En Francia se dedicó a la vida académica, ejerciendo como profesor titular en la histórica Universidad de La Sorbona (París I), además de dictar cátedras en universidades europeas y estadounidenses. El destierro se extenderá por cerca de quince años.

En Chile, la Izquierda Cristiana no lo olvidaba. En septiembre de 1980, reapareció la revista “El Barco de Papel”, luego de cinco ediciones en el exilio ahora editada en el interior del país por “Ediciones Camilo Torres” desde la clandestinidad. Entre numerosos materiales, se reproducían poemas de Armando Uribe. Uno de sus gestores fue el ahora reconocido poeta y escritor Jorge Montealegre, otro de los fundadores de la colectividad.

Uribe tampoco olvidaba su pertenencia a la Izquierda Cristiana.

EL RETORNO Y LAS PARTIDAS

En 1981, la CNI desencadena una fuerte embestida represiva contra la Izquierda Cristiana, aún en la clandestinidad, deteniendo buena parte de los integrantes de su Comité Central y su Comisión Política. Desde París, Armando Uribe participa en una denuncia internacional de esos hechos, junto a otras figuras de la organización como Bosco Parra, Rafael Agustín Gumucio, Jacques Chonchol y Luis Maira.

La acción fue conocida en Chile a merced de “La Segunda”, que publicó una parte del texto, en una nota “informativa” que es un elocuente ejemplo del tratamiento mediático de los medios de comunicación partidarios de la dictadura. Señalaba que la declaración pública estaba “presuntamente (sic) firmada” por las personas mencionadas, que eran “miembros de la ex (sic) Izquierda Cristiana en el exilio”, y que “su autenticidad no pudo ser establecida”. Agregaba que “el Gobierno acusa tácitamente (sic) a la ex IC (sic) de ser una organización subversiva, porque infringiendo esas disposiciones (Ley de Seguridad del Estado y Decreto Ley sobre asociaciones ilícitas) se ubica fuera de la legalidad y con fines de subvertir el orden jurídico y político establecido. Tanto en Chile como el extranjero han circulado declaraciones que llaman a nombre de la IC a derrocar al Gobierno”.

Armando Uribe regresó al país en 1989, cuando ya agonizaba la dictadura. Se le propuso y aceptó incorporarse a la Comisión Política de la Izquierda Cristiana, que era el nombre de su conducción nacional y era presidida por Luis Maira. Los que le conocimos en esos días, no olvidaremos su vozarrón, el tono ácido y mordaz de sus palabras al referirse a la derecha y su especial forma de expresarse.

Sin embargo, a fines del año siguiente, cuando la colectividad experimenta una fuerte crisis interna y un sector se suma al Partido Socialista, Uribe decidió abandonar la militancia partidaria, para no regresar nunca más. No creía en la transición pactada y con amargura no veía que existieran alternativas viables.

Más tarde, comentó que regreso a Chile a pesar de tener una posición académica definitiva en La Sorbona, porque sentía que su país era su “propiedad definitiva”, aunque, según dijo, sus compatriotas le hicieron “la cruz” por su postura intransigente.

Los años siguientes estuvieron caracterizados por una intensa producción escritural, que se extendió hasta el año 2017. Una década antes, decidió enclaustrarse socialmente y vivió esperando el momento de su muerte en su departamento frente al Parque Forestal de Santiago. Falleció el 22 de enero de 2020 a los 86 años.

Es recordado como un intelectual incisivo y un poeta esencial cuya obra no temió abordar los aspectos más oscuros y complejos de la condición humana y la historia de Chile.

Fotos de Armando Uribe: Universidad de Chile.

Por Víctor Osorio. El autor es periodista.

Santiago, 24 de octubre de 2025.

Crónica Digital.

 

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