
La historia del rock no sólo es música y luces. Como toda entidad humana tiene su claroscuro y uno de ello es la misteriosa muerte de un gigante musicólogo como fue Brian Jones, el fundador y alma de los Rolling Stones.
Este rubio talentoso guitarrista aparentemente entró en conflicto con algún mafioso de un sello discográfico británico, que no deseaba que emitiera otro sonido al margen de los cánones musicales de las transnacionales del disco.
De origen noble nace en 1942. Desde pequeño se destaca por la brillantez en sus estudios, pero una violenta crisis de asma –como la del che Guevara– le impidió concluir una educación formal. No obstante, empezó a visitar –en su adolescencia– los clubes de jazz, lo que motiva a comprarse un saxo alto, convirtiendo la música en un espacio de creación.
Empero, a los 15 años embarazó a una muchacha y para evitar el escándalo familiar –como usualmente se estilaba en aquella época–, lo envían a Escandinavia. Sin recursos económicos, recorrió Europa, donde vivió en las calles u hospederías para vagabundos, pero se perfeccionó en clarinete, saxofón, guitarra y piano. Su presentación en bares y cafés tras el retorno a su patria, lo revisten de prestigio entre sus coetáneos. Con 19 años y dos hijos forma su propia banda de rock, para lo cual reclutó a dos jóvenes desconocidos: el acomodado Mick Jagger y al vástago de un obrero, Keith Richards.
Entusiasmado con su proyecto alquila con ellos un lúgubre departamento en enero de 1961, donde padecen hambre y frío. A pesar de las penurias, Brian Jones los incentiva y enseña a Richards todo lo que sabe de guitarra. A Brian se le ocurrió el nombre del grupo y personalmente gestionó las tocatas en clubes londinenses. Puso además el estilo rítmico y su estética, pues era el único con estudios de música y para los fans era considerado el líder.
En los meses siguientes, los Rollings irrumpen en el éter radiofónico como la banda más negra y salvaje de Inglaterra, asumiendo como la antítesis de los también británicos The Beatles.
En poco tiempo, los integrantes de ambos conjuntos, se transforman en multimillonarios, por las siderales ganancias que reciben por discos, cine, TV, etc. Este hecho da nacimiento a la llamada “industria del espectáculo”, a cargo de corporaciones audiovisuales que controlan cine, televisión y giras internacionales. Durante casi un lustro –gracias a los Beatles y Rolling Stones– el rock anglo desplazó al estadounidense, personificados en Elvis Presley y Bill Halley entre otros, desatándose una sutil “guerra comercial”.

El sello discográfico de los Rolling exige éxitos musicales –ojalá mensuales– designando para tal efecto al manager Andrew Loog Oldham, que plantea la conveniencia de ejecutar composiciones rítmicas de fácil venta. Tal proposición encuentra apoyo en Jagger y Richards, en oposición a Jones, que pretendía –como arreglador musical– investigar múltiples usos de instrumentos, para enriquecer la producción musical de los Rolling Stones.
Supo que su proyecto de banda estaba perdido, pero no lo abandonó. Prefirió refugiarse en su condición de guitarrista principal y multiinstrumentalista, mitigando su “insatisfacción” con drogas fuertes y alcohol. En 1965 comienza a sufrir ataques de ansiedad y de paranoia, entablando a la vez una larga y tormentoso vinculo sentimental con la modelo Anita Pallenberg, con quien comparte explosivas juergas y mucha violencia física. Una noche de aquella, ella se refugia en los brazos de su amigo Richards. Dos años después, Brian se radica en Tanger (Marruecos) donde comienza a rescatar música folclórica del lugar, pero sin desprenderse de sus compañeros músicos a quienes ve periódicamente en Londres. Pero sus desavenencias con sus amigos se agudizan en ese periodo provocando su expulsión del conjunto musical en septiembre de 1968. Liberado de esa desgastadora relación, concibe inaugurar una nueva etapa musical.
Era enero de 1969, un helado día londinense, Jimmy Hendrix enchufa su mítica guitarra de color blanco e improviso un blues. Es seguido por John Lennon en la guitarra rítmica y voz, mientras Brian Jones –el responsable del encuentro– sonríe como no lo hacía mucho tiempo. “Por problemas de agenda no pudo venir por ahora, Bob Dylan”, comenta Brian.
Unas semanas antes, Lennon y Jones reconocían estar aburridos de sus agrupaciones musicales. “Formaremos una nueva. Hable con Hendrix y está en la misma. Dejaremos la cagada”, acotó Jones, mientras continuaban ensayando tonos y ritmos experimentales. Días después, recibió un llamado telefónico de un desconocido: “No te recomiendo insistir en lo que estás haciendo. Ese nuevo grupo supondría el fin de la Jimmy Hendrix experiencia, de Beatles y nuestra Stones. O sea, las más grandes atracciones del pop británico y junto a ellas cientos de contratos de giras y publicidad. Seria millones de libras en pérdidas. ¿Comprendes?”, expresaba esa voz ronca y pausada desde el auricular. “Y hay gente que tal vez tu nunca hayas oído nombrar que no lo va a permitir y te lo digo en serio. No lo van a consentir”.
En julio de ese año fue encontrado flotando el cuerpo de Brian Jones, el fundador de los Rolling Stones, en su piscina de su mansión en Cothford Farm en Sussex. La autopsia determino una sobredosis de drogas (después morirán en extrañas circunstancias Jimmy Hendrix y John Lennon). En las semanas siguientes, en un concierto gratuito de homenaje al fallecido, Jagger se despidió de él, liberando mariposas de unas cajas. Pero la mayoría estaban muertas cayendo con estrepito al suelo, al que se agrego un infernal ruido que se acopló al sonido haciendo casi imposible escuchar el show de los Stones. ¿Fue el fantasma de Brian Jones o una mera casualidad?
Con la muerte de Jones, se inaugura el misterioso “club de los rockeros”, conocido como “los 27” que corresponde a la edad en que mueren.
Imágenes: Wikipedia.
Por Oscar Ortiz. El autor es historiador y escritor.
Santiago, 15 de septiembre de 2025.
Crónica Digital.




