El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega (80 años), celebra su cumpleaños delegando paulatinamente el poder a su esposa y ahora copresidenta, Rosario Murillo (74 años), y a sus hijos, marcando el afianzamiento de una «nueva dictadura familiar» y el inicio de la transición del «orteguismo» al «murillismo». Ortega, quien ha ostentado el poder por 30 años, llega a su aniversario distanciado de los antiguos comandantes de la revolución a los que acusa de «traidores».
La transición ha sido formalizada por una reforma constitucional que elevó a Murillo de vicepresidenta a copresidenta, asegurando la «continuidad en el poder de la familia Ortega-Murillo», según el Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (Cetcam). El Cetcam advierte que estas enmiendas han modificado el régimen político, «dando lugar a la institucionalización de un Estado totalitario» subordinado a la voluntad de la pareja.
Sucesión Clave: El considerado «delfín» por sectores de la oposición es su hijo Laureano Ortega Murillo, encargado de las cruciales relaciones con China y Rusia.
Otros Hijos en el Poder: Daniel Edmundo es el coordinador del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, cargo que ocupaba su madre; Maurice está a cargo de los deportes; y Camila de la moda y el emprendurismo.
El Eslogan: Murillo ordenó circular la etiqueta «#TodosSomosDaniel» para celebrar el cumpleaños, un mensaje que analistas interpretan como la consolidación de la sucesión dinástica.
PURGAS EN EL SANDINISMO HISTÓRICO
El analista político desnacionalizado Óscar René Vargas, exasesor del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), sostiene que la designación de Murillo como copresidenta coincidió con las caídas y purgas de figuras del sandinismo histórico, como el excomandante Bayardo Arce, a quienes ahora se les investiga por corrupción. Vargas considera que estas purgas forman parte de la estrategia para asegurar que «nadie pueda rebelarse u oponerse al poder dinástico de Rosario Murillo».
Ortega celebra su cumpleaños con esporádicas apariciones públicas, sin viajar a otros países (excepto Cuba y Venezuela), manteniendo una retórica antiestadounidense y realizando sus actos bajo un extremo despliegue policial. (NP-Gemini-Emol-EFE)





